Después medio siglo en el que la familia Al Assad gobernó Siria con mano de hierro, una ofensiva relámpago de las fuerzas rebeldes cambió la realidad del país de la noche a la mañana.
En solo 12 días el poderoso grupo islamista Hayat Tahrir al Shams (HTS) y sus facciones aliadas precipitaron la caída del presidente Bashar al Assad, tras 13 años de guerra civil.
Esta guerra, que comenzó en 2011 con un levantamiento pacífico contra Al Assad, se convirtió en un conflicto sangriento y multifacético en el que participaron grupos de oposición, facciones extremistas y potencias internacionales como Estados Unidos, Irán y Rusia.
El fin de semana, el líder de HTS, Abu Mohammed al Jolani, dijo triunfante que la caída de Al Assad era "una victoria de todos los sirios".
Ahora muchos se preguntan cómo será la nueva realidad política del país tras una derrocamiento encabezado por una organización descrita como "terrorista" por los gobiernos occidentales.
Pero Al Jolani no es el único que desempeñará un papel decisivo en la configuración del nuevo orden en Siria.
Dentro del país hay una variedad de comunidades minoritarias y diversas sectas y religiones.
Y fuera de Siria también hay varias naciones y grupos cuyos intereses tendrán implicaciones importantes para la región y la seguridad global.